CONSEJOS PARA SALIR DE MIS PESARES PANDEMESCOS

“El prisionero que perdía la fe en el futuro –en su futuro– estaba condenado”

Viktor Frankl, «El hombre en busca de sentido» (99)

Estoy aquí para darte ánimos y también porque últimamente me faltan a mí un poco de ellos. No tanto como el año pasado que recién comenzaba la pandemia en donde lloraba a mares pidiéndole a los dioses una explicación coherente de tal vil destino (sí, a veces me gusta ser así de dramática), pero aún hoy en día sigo oscilando entre una tranquilidad, apatía y tristeza continua; sobre todo porque muchos de los sueños y metas que tenía quedaron cuarteados, nulos, imposibilitados, se volvieron nada y, aunque algunos sólo los puse en “coma” hasta que fuera el nuevo momento oportuno, otros se esfumaron sin dar marcha atrás…; Estaba muy frustrada con ello, no podía aceptar que tuviera tan mala suerte como para que justamente en el año en que había conseguido hacer una maestría en el extranjero, cayera una pandemia mundial a remover nuestra existencia entera (*se escuchan los truenos de tormenta a lo lejos y lo narro desde un rincón oscuro de mi habitación*).

El 13 de marzo que se dio la alarma en España cancelé el primer vuelo a Porto para pasar el fin de semana con un amigo; y así siguieron más y más cancelaciones porque (siendo una persona previsora y ahorradora) había hecho ya todo un itinerario en Semana Santa por Bélgica, Alemania y República Checa… en un primer momento fue el dinero tirado a la basura lo que me dolió más; un par de vuelos pudieron rembolsármelos después de varios correos, otras compañías no se hacían responsables y unas más me dieron cupones de cambio de itinerario para posponer el vuelo a otra fecha… creí que para verano todo iría bien y los agendé ahí… pero llegó el verano y todo seguía igual y hasta peor; y fueron un nuevo fracaso. Y sí, podrán pensar: “oh pobre niña que no pudo viajar durante su año en el extranjero”, pero esto sólo era la punta del iceberg con la que mantenía distraída a mi cabeza para que no se quebrara, porque viajar para mi significaba libertad, la vuelta a la normalidad, conocer nuevas culturas, perderme en las calles, charlar con desconocidos amables y aprender de ellos, viajar era mi luz al final del túnel porque, si pensaba en el resto de mis problemas, me desmoronaría más rápido:

Me encontraba en un país extranjero, rentando un piso para mí sola, completamente alejada de mis seres más querido y sin nadie que pudiera darme un pequeño abrazo porque inclusive los amigos que hice en Madrid no podían salir de sus casas, no había tanta confianza para contarles lo sola y deprimida que me hallaba (y añadamos a eso que soy de las que no les gusta expresar sus sentimientos negativos, huyo a aislarme pues todo ello me hace sentir débil). Sólo recuerdo una vez que lloré a mares en videollamada con mi mamá, una en todos los meses que estuve sola; de ahí, sólo mis mejores amigas (ambas del otro lado del océano y una en otra ciudad española) me escuchaban la voz quebrada en poquísimas notas de voz.

Ahora, como se habrán dado cuenta con mi explicación, ya puedo expresar un poco más mis emociones, ufff un largo camino de reflexiones que básicamente se acrecentaron con el confinamiento estricto y el contenido que empecé a consumir en esos meses: videos en YouTube sobre minimalismo mental, autoayuda, meditación, etc., cuentas en Instagram con valor feminista, de body positive, de chicas que te decían que no estabas sola si te tenías a ti misma; y de mi hoyito depresivo poco a poco fui saliendo.

Me puse de meta terminar mi maestría y hacer todos los días un poco de los ensayos finales de mis cursos y la temida tesis. Traté de enfocarme en lo que sí podía controlar (escribir mis trabajos de la universidad para graduarme en septiembre) y menos en lo que no (el cierre de fronteras, la desescalada, el confinamiento) y pude sentir paz en mi interior, pude bailar con los audífonos a todo volumen en mi pequeña salita y frente al espejo, comer cosas ricas que disfrutaba, leer y sentirme útil al elegir no renunciar a la maestría (porque en el breakdown con mi mamá, le dije que quería volver a México sin importar nada e iba a comprar un vuelo antes de que cerraran fronteras un mes después del inicio de la pandemia) y eso: graduarme, fue el sentido de vida que encontré aquella vez.

Así si me quedaba encerraba, pensaba que estaba bien porque tenía más tiempo de investigar a fondo sobre la Literatura Digital; con ello tuve la oportunidad, más adelante, de crear una tesis que fue aplaudida por todos mis sinodales y que sacó muy buena calificación. Fui feliz y me desapegué a mis deseos de querer disfrutar a fondo Madrid porque en mi mente pensaba que el año que venía podría volver a intentarlo y, no sólo eso, podría sacar mi visa para Francia y cumplir mi sueño de trabajar en una editorial francesa. Volvía a tener sueños y deseos de un futuro que no me parecía tan lejano y era bastante posible porque había ahorrado estando encerrada y porque ya tendría en mi CV una maestría en una de las universidades más viejas y renombradas de España.

Meses después, regresé a mi hogar y abracé a mi familia entera dando gracias a Dios mil veces porque no me los quitó el covid, aunque tuve ese miedo latente desde el inicio de la pandemia y sobre todo porque una de mis mejores amigas había perdido a su papá por esa enfermedad y ella, como yo, también estaba en una de las comunidades españolas cuando sucedió; vi lo duro que resultaba esa impotencia de estar lejos en un momento tan crítico; la admiro por su resiliencia.

Cuando llegué fui tremendamente feliz, no necesitaba nada más que volver estar en casita con mis papás, mis hermanos, mi perrito, ya no había más soledad y era un verdadero solecito porque nada me irritaba. Yo sabía que, de estar encerrada en mi piso de Madrid sola a estar en mi casa acompañada, platicando, dando abrazos, comiendo deliciosa comida mexicana (y de mamá), prefería esto último mil veces. Y así fui por aproximadamente tres meses.

Hasta Año Nuevo quizá me duró esa sensación de invencibilidad porque estaba convencida que era un momento de recarga y que tenía que atesorar cada minuto porque en marzo (a más tardar) estaría en un vuelo de regreso a Madrid para recoger mi título, ir por unas cañas con mis amigas y luego volaría a Lyon para vivir allí por un año entero… pero todo comenzó a venirse abajo cuando me metí a la página de la Embajada Francesa y esa visa estaba cancelada por motivos del covid y no se expediría hasta nuevo aviso… y luego las fronteras se cerraron de nuevo y hubo una tercera ola en Europa y caí en la realidad: no podría viajar en por lo menos en este 2021; de hecho… sería un tanto una locura irme en medio de una crisis económica y sanitaria; mi cabeza lo repensó mejor sin ser tan positiva y me senté en mi escritorio e hice una lista de todas las razones por las cuales sería una pésima idea mudarme este año: la pandemia, el sector literario estaba muy golpeado, quizá no encontraba trabajo y moriría de hambre, me la pasaría encerrada por el couvre-feu, no tendría amigos y etc., etc., etc. y me abrumé y sentí ansiedad y me deprimí porque ¿si no iba a conseguir mi sueño este 2021 (lo que había sido la meta que me mantuvo cuerda en el encierro en Madrid), entonces qué chingaos haría?

No tenía un plan B, mi único plan A era ese y ya estaba, porque soy de decisiones firmes cuando algo quiero. ¿Qué chingaos haría en 2021? No había mandado CV a ningún lado en mi ciudad porque estaba segura que iba a irme, no tenía cómo salir a ver a mis amigos porque covid (y la mayoría vive en otros estados/países), mi familia ya me estaba estresando porque sus problemas poco a poco traspasaban mi escudo y en lugar de apoyarlos y darles consejos, ahora me irritaba fácilmente porque no veían que yo también estaba sufriendo una crisis existencial (la segunda en menos de un año) porque no tenía ni un sentido de vida más que respirar y comer y vegetar; no sabía qué hacer y odié (por enésima vez) haber estudiado literatura porque con ella nada es fácil y la tonta visa que daba Francia no se podía solicitar al cumplir los 30 y sólo me quedaba este y el próximo para tomar esa oportunidad y sentía que el tiempo apremiaba y me sentí viejísima, me sentí invisible, un cero que no había logrado nada con su vida… ¿Qué haría? “¿Qué hago ahora?” (me lo repetía en bucle).

Cada día me ponía más irritable con mi familia, me aislaba en mi cuarto; en fin, que caí en los viejos hábitos negativos a los cuales había jurado no volver a caer después de mi “desintoxicación” en Madrid… Y pareció que todo el sufrimiento no había valido la pena, que todo el autocontrol se desbordaba y volvía a ser esa chica que tanto me disgustaba, ella sin un mapa, vagando sin propósito…

“Noté que empezaba a deprimirme el hecho de sentirme afectado, día y noche, casi exclusivamente por esos asuntos tan triviales”

Viktor Frankl, «El hombre en busca de sentido» (98)

PASOS para salir del segundo hoyito de la depresión en el que me metí y que me dio a comienzos de Año Nuevo:

1. ESCRIBIR para “se défouler” (desahogarse)

Entonces a fin de año me senté en mi cama, puse música relajante, tomé la libreta azul que me sirve de journal y escribí, escribí, escribí como terapia y como lo había hecho en Madrid: sobre mis miedos, sobre qué era lo que me apetecía hacer con mi vida, sobre por qué no lograba ponerme a escribir mi novela (aunque juraba que eso era mi pasión) y se me salieron un par de lágrimas. Luego poco a poco vino la claridad; con los pensamientos claros y ya vacío mi cerebro, pude sentir que se me quitaba un peso enorme de encima. A la mañana siguiente intenté releer lo que había escrito, pero… mi letra parecía patas de araña y era a veces ilegible; y creo que ese es el chiste, si te animas a hacer esto, tienes que dejar de lado lo “estético” y que no te importe si tienes faltas ortográficas o si al final no tiene ninguna coherencia porque más que para conservarlo para el futuro, será algo que se quedó allí, se botó, se exteriorizó para luego alzar la vista hacia los días venideros con ideas nuevas. No sé si me explico, permítete sentir todas las emociones negativas que necesites, si tienes resentimiento contra algo (o alguien, quizá) no lo disfraces con cosas positivas porque el chiste es descargar toda esa ira, ese miedo, esa ansiedad para que ya no den vuelta por tu cabecita. Y sí funciona, te lo digo, te sientes más ligero después.

Esa libreta la vuelvo a abrir sólo si mi mente se vuelve a cargar con pensamientos negativos y si la necesito para desahogarme.

Al final incluso esbocé un nuevo plan de acción que tenía que meditar para ver si lo ponía en marcha: mi plan B.

2. CAMINAR por las mañanas y escuchar podcasts.

Sí, caminar al aire libre realmente te despeja y hace un cambio positivo cuando te la vives encerrado por las circunstancias actuales. El último par de meses que estuve en Madrid caminaba muchísimo de un lado para otro; aunque no tuviera un motivo iba a pie de mi piso hasta El Retiro (un parque muy famoso y enorme), me quedaba ahí en el pasto leyendo y disfrutando del viento y las hojas bailar. Pero cuando llegué a México no salí nunca de mi casa a pesar de que tengo la suerte de tener un fraccionamiento donde es seguro salir a caminar pues no hay casi nada de gente andando por ahí; preferí quedarme en mi cuarto, bajar a veces a la cocina, echarme en el sofá a leer, y mi mente comenzó de a poco a sobresaturarse de información de la más inútil; no había forma de escapar de las pantallas porque era lo único que me entretenía…

Cuando volví a caminar y respirar aire fresco, dando vueltas matutinas al fracc., me alivió bastante, me dio más energía e incluso comencé a ver que estaba más contenta con ese pequeño cambio. Muchas veces ponía música, pero comencé a aburrirme de repetir tanto las canciones y volví a escuchar los podcasts que me apoyaron un montón al inicio de la pandemia para recordar sus ideas positivas y los consejos que me ayudaron a darle un enfoque claro a mi vida pasada (de hace unos meses).

El principal fue: Yo puedo con todo de Patry Jordan. Patry es una coach famosa de un canal en YouTube que se llama gymvirtual y en su podcast nos habla de temas motivacionales, te da razones para no rendirte, te dice que dejes de perder el tiempo y te anima a la “acción”. Esa creo que es la palabra clave con ella: “acción”. Para alguien que piensa mucho las cosas, yo necesitaba ese impulso, un “pepe grillo” que estuviera susurrándome al oído: “hazlo, si fracasas ya te volverás a levantar, no tengas miedo” y lo encontré en Patry Jordan. Porque fue después de esa dosis de 15 min diarios y de repetir sus ideas hasta el cansancio que comencé a crear contenido para las diversas redes sociales en las que ahora me encuentro: Instagram, WordPress, TikTok; porque antes me daba bastante miedo que al público no le agradase… en fin, creo que eso a mucho nos pasa y si eres como yo, deja de rumiar esos proyectos en tu cabeza y empieza un día a la vez y crea, estudia, practica idiomas con un extranjero, que no te de pena, porque seguro que la persona que tienes enfrente también está lidiando con sus propias inseguridades y ni te presta atención. ¡Y entra a la acción! Porque si comienzas a hacer tus proyectos personales te vas a sentir útil y eso va a mejorar tus ánimos, recuerda que Roma no se construyó en un día, no te desesperes si no ves resultados, tú sigue que ni te darás cuenta de todo lo que has hecho una vez que estés lejos.

En uno de sus episodios (EP. 21 Deja de machacarte) invitó a Rafael Santandreu, me gustó mucho su charla y decidí leer su libro Nada es tan terrible. Lo que me lleva al siguiente punto:

3.Leí un libro de autoayuda y otros más de psicología.

Yo amo leer, pero normalmente lo hago de libros de fantasía o de lo que sea que se nos hubiera dejado en clases de Literatura leer. Aprendo mucho de ello, pero creo que no era lo que necesitaba en estos momentos porque si bien, sí me alejaban del mundo real y me distraían, al dejar de leerlos todo volvía a ser lo mismo, nada había cambiado. Así que, por primera vez, después de mucho pensarlo, probé los libros de autoayuda.

En mi primer mental breakdown comencé con Los cuatro acuerdos del Dr. Miguel Ruíz (1. Se impecable con tus palabras, 2. No tomes nada personalmente, 3. No hagas suposiciones, 4. Haz siempre lo máximo que puedas). Me hablaba de un crecimiento personal e interno y me daba consejos para dejar de lado ese bucle mental de mala vibras, dejar de enfocarme en lo que no podía controlar y así concentrarme en lo que sí estaba en mis manos (algo tan simple como, no sé, tender tu cama).

Luego en año nuevo leí a Rafael Santandreu, a Las mujeres que aman demasiado de la psicóloga Robin Norwood y recientemente a Viktor Frankl (ya tienes reseña: El hombre en busca de sentido) quien nos habla de la logoterapia y la que básicamente nos dice:

“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida”

Viktor Frankl, «El hombre en busca de sentido» (101)

Yo tenía la idea de que leer libros de autoayuda era… “triste”, para personas que estaban un poco “loquitas”. Sentía que estaba muy mal visto, sobre todo por los chistes que había visto sobre ese pasillo de las librerías… sí, pues ¡vaya gente tonta! Que no hay nada que te ayude más que los libros de autoayuda (valga la redundancia y excluyendo la terapia, claro está) te pone las cosas en perspectiva, te hace reflexionar, te hace preguntarte a ti mismo si lo que estás haciendo está bien y si no, te impulsa a cambiar. Es bueno tener apoyo emocional y este puede venir de bastantes formas; los libros, para mí, son una de las mejores porque puedes releer y releer las ideas hasta que las comprendas y se te queden grabadas. Yo lo hago cuando lo necesito, como esta vez que tuve que sostenerme a algo porque no hallaba un camino.

4.Me hice un calendario random y, aunque no tuviera horas, tachaba las tareas realizadas.

Ya que había trabajado unas semanas en mí, salir a caminar, escuchar podcast, leer para entenderme otra vez, etc., hice un calendario mensual poniendo las cinco actividades que más me gustaría realizar a diario y que me harían crecer y ser feliz.

No me forzaba a hacer las cinco cosas porque quería que mi nueva meta fuera fluyendo de a poco (lento pero seguro), pues el hecho de no poder trabajar en Francia me dolió bastante y quería proceder de una forma tranquila para no sentirme frustrada y no botar todo al carajo al caer de nuevo en el pozo sin fondo (conozco lo impaciente que soy a veces).

Poder rellenar los cuadritos de mi bucket list calendario improvisado (era una hoja de bloc suelta y que cuadriculé a mi gusto con lápiz) me daba paz y satisfacción, me hacía sentir que iba por el buen camino y que podía llegar a algo este año. (Confieso que tal vez rellenar el cuadrito me daba más satisfacción que estudiar una hora de francés xD)

 Y finalmente:

5.Hice un Excel detallando cada día para poner más orden y cumplir mejor mis nuevas metas.

De esto hace apenas una semana y eso porque un amigo es fan de hacer listas en Excel y organizar todo (Virgo al fin y al cabo jaja) y de ver que estaba tan emocionado con ello pues hice una y ha funcionado, me siento mejor teniendo toda mi semana estructurada, sabiendo que, por ejemplo, los martes y jueves tengo que publicar una entrada en este blog o que los lunes, miércoles y viernes, tengo que tener listas las publicaciones de mi bookstagram: eu.sampayo. También añadí mis horas de escritura, estudiar francés y otros varios proyectos que serían realmente caóticos (bueno, en realidad lo eran jeje) si no lo hubiera organizado en una tabla.

Eso quitó mucho ruido en mi cabeza y tenerlo plasmado en una hoja de Excel con un horario determinado me dio claridad y me hizo poner límites para hacer mi trabajo y también para descansar (porque en lo caótico de mi primer calendario random extendía de más las horas de trabajo porque a veces comenzaba en la tarde e, irónicamente, era menos productiva).

Si no te gusta Excel, desde hace un tiempo también vengo usando la aplicación de Trello; tiene tableros online que puedes poner bonitos con un fondo de pantalla y en la cual puedes compartir espacios con todo tu equipo de trabajo para que chequen sus listas de actividades y lo mejor es que es gratuito.

Ambas opciones son muy útiles si las combinamos, y te lo dice una persona que estaba reacia a tener una agenda bien estructurada. Por fin me di cuenta de por qué todos recomiendan tener una. ¿Qué hacía antes de eso? Poner notas en cualquier libreta que encontrara o llenaba mi cerebro con recordatorios que a veces se me olvidaban y que no me dejaban pensar en otra cosa.


Y hoy me siento de nuevo feliz, aún estoy intentando encontrar mi plan B, pero dejé de estar de ociosa y, en lo que consigo un trabajo fijo en una editorial, quiero crecer en mis redes sociales y terminar mi primera novela, además de meterme en un par de concursos que espero tener oportunidad de ganar (*deditos cruzados*; si lo consigo, te contaré). En cuanto a Francia sigue siendo mi plan A, pero lo intentaré en 2022 (el último año que tengo una oportunidad); mientras trabajaré duro para ganar dinero y ahorraré para mudarme, incluso creo que me irá mejor al haberlo pospuesto, el mundo será menos caótico el año que viene y lo disfrutaré más, planearé mejor mi llegada a algún piso compartido y mientras tanto perfeccionaré mi francés.

Sigo estando un poquito irritada con mi familia, pero trato de controlarme porque creo que es normal con el encierro de todos y sus propias preocupaciones.

“Cada uno podía convertir esa tremenda experiencia en una victoria, transformar su vida en un triunfo interior; o bien, desdeñando el reto, limitarse a vegetar, tal y como hicieron la mayoría de los prisioneros”

Viktor Frankl, «El hombre en busca de sentido» (97)

Hay que ver siempre el lado positivo a las cosas, cambiar nuestra postura, no enfadarnos con lo que no podemos controlar y dar lo mejor cada día para encontrar nuestro propósito porque: “Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino” (Viktor Frankl, 101). Es decir, no te compares con lo que está haciendo el resto de tus conocidos o en algún video de YouTube algún influencer o en la televisión. Todo vendrá a su tiempo, sólo no te dejes vencer. Lo que te da felicidad es único como único es el propósito que le encuentres a tu vida (que puede ser cualquier cosa: la herbología, los números, el baile, etc.).Y sé que quizá mis problemas no son los más trágicos del mundo, que hay quienes perdieron un familiar por covid, quienes han perdido su empleo y que no tienen qué comer, quienes están en una situación difícil por violencia intrafamiliar, lo sé, sé que quizá mis problemas son nada en comparación de otros, pero para mí significó mucho, estaba deprimida y desesperada, y ojalá que tus problemas sean menores o que te sirva alguno de estos pasos que tracé para mí para seguir adelante.


Pensé esta entrada primero para lanzar mis quejas al internet y evolucionó a compartirte mi proceso para volver a levantarme luego de “un abismo de soledad” y lo perdida que me sentía con mi vida al volver a casa y reconocer que las cosas habían cambiado; yo ya no era la misma y no deseaba lo mismo que mi yo de antes de vivir en Madrid.

Oh, Madrid, cuanto dolor me diste, pero cuánto me hiciste crecer.

Espero te guste y si te interesa, también tengo un Instagram donde publico fotos bonitas de libros: @eu.sampayo

Publicado por Eugenia Sampayo

Literata, escritora, astróloga.

Un comentario en “CONSEJOS PARA SALIR DE MIS PESARES PANDEMESCOS

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