RESEÑA: PARÍS ES SIEMPRE UNA BUENA IDEA

Titulo: Paris es siempre una buena idea
Autor: Nicolas Barreau
Calificación: not good for you, baby

Sinopsis:

Rosalie es dueña de una pequeña papelería en el centro de París y además es ilustradora y diseña tarjetas de felicitación, dibujos únicos para ocasiones únicas, aunque su sueño es ilustrar libros.

Robert Sherman es un neoyorquino experto en Shakespeare. Cuando su madre, francesa, muere repentinamente, Robert decide aceptar un trabajo como profesor de literatura en la Sorbona durante un año.

Cerca de su hotel hay una preciosa papelería en cuyo escaparate ve un ejemplar de El tigre azul. Hecho una furia, entra en la tienda y acusa al autor del libro de plagio. Tras calmarse un poco, le explica a Rosalie que ese libro lo escribió su madre. ¿Qué misterio se esconde tras el cuento?

Opinión:

Paris es siempre una buena idea ¡por supuesto! En cambio… el libro… no tanto. A ver, el inicio me estaba gustando muchísimo, estaba emocionada porque me estaba sacando de mi bloqueo lector (que inició básicamente porque me estaba forzando a terminar “El héroe de las eras” de Brandon Sanderson), pero luego fue decayendo conforme conocía la historia de amor que se me había prometido desde un inicio.

“—¿Una tienda de postales? —exclamó su madre a través del teléfono con incredulidad—. Mon Dieu ! Mi pobre niña, ¿quién escribe todavía postales hoy en día?”

Nicolas Barreau

Para empezar, les diré que me gustó cómo el autor iba introduciendo y presentando a cada nuevo personaje, sus gustos, su historia y sus pequeñas particularidades. Los hizo seres tridimensionales. El caso de Rosalie, la protagonista, es un buen ejemplo:

“Era un pequeño ritual inocente del que ni siquiera René sabía nada. En realidad, Rosalie era una gran aficionada a los pequeños rituales. Los rituales le daban forma a la vida y ayudaban a ordenar el caos de la existencia y a mantener la perspectiva. El primer café de la mañana. Un croissant de la boulangerie. El paseo diario con William Morris. Una pequeña tarte au citron todos los días impares de la semana.”

Nicolas Barreau

Sin embargo, pareció que el autor se olvidó de este noble propósito cuando le llegó el turno a los secundarios, entre ellos a la prometida de Robert, a la que prácticamente sólo le da el papel de novia fastidiosa americana al otro lado del mundo y que será una mera piedra en el zapato para impedir el amor entre él y Rosalie. De igual forma odié que René (el novio en turno de Rosalie) sólo viviera para el deporte y la vida sana, y que, casualmente, se encontrara con otro personaje que sólo amaba el deporte y la vida sana en EE. UU. y que ¡puff! lo hace desaparecer como por arte de magia de la vida de Rosalie. A partir de ese suceso, ella será una mujer libre para amar a este especialista de Shakespeare (¡que pronto trabajará en le Sorbonne! wow not wow) (ojo que esto no es spoiler porque, vamos, se nota a leguas que Rosalie se volverá novia de Robert desde que él aparece con sus mil clichés y en la sinopsis del libro).

Para mí hubiera sido mucho mejor que el libro se centrara en la amistad de Rosalie con Max Marchais, el renombrado escritor de literatura infantil de Francia, que en dar ese giro hacia el romance de dos desconocidos que tienen tantas “coincidencias” de encuentros por Paris que al final no te la crees nadita.

Antes de que irrumpa Robert en escena ¬_¬ (sí, fue él quien más me fastidio el libro haha), la amistad entre Rosalie y Max se desenvuelve sin esfuerzo y lo mejor es que son dos personajes que necesitaban del otro: Rosalie una oportunidad para demostrar sus talentos, Max una amiga que lo hiciera salir de su encierro voluntario en su mansión de Nanterre.

Les confieso que yo estaba muy contenta leyendo sobre la vida profesional de Rosalie. Realmente me iba gustando que el narrador hablara de sus pasiones por el arte, por las tarjetas postales y por su sueño de ser ilustradora, que me decepcionó un poco que el libro no concluyese cuando llegó a publicarse el Tigre Azul (estoy convencida de que ahí hubiera sido un buen final y los lectores nos hubiéramos podido ahorrar el conocer a Robert ¬_¬). Si eso hubiese pasado, yo les estuviese exhortando a que fueran a comprar el libro para leerlo tranquilamente bajo la sombra de un árbol y para que pasaran un buen rato con una lectura sencilla y encantadora, pero eso no fue lo que ocurrió…

“—Está bien contemplar de vez en cuando las cosas en su conjunto —dijo el tigre azul—. Y la mejor forma de hacerlo es desde lo alto. O de lejos. Sólo cuando se ve el conjunto se aprecia lo bien que encaja todo”.

Nicolas Barreau

Y al verlo en conjunto, ese gran misterio que se anuncia con la llegada de Robert (¬_¬) tampoco fue tan impresionante, pues ese recurso se ha usado mil y una veces en tantas historias que con las primeras señas ya uno puede intuirlo. Me frustró el susodicho y la actitud ahora defensiva de Rosalie. Y es que ella le da tantas vueltas al asunto y nada ocurre por páginas y páginas más allá de una excursión “detectivesca” para desentrañar el misterio que, a mi parecer, se hubiera podido solucionar con un poco de comunicación. Un diálogo entre los implicados hubiese bastado (¬_¬).

Para finalizar, les dejo una última cita de algo que verdaderamente me tocó el corazón porque he estado en esa misma situación un par de veces:

“—¿No es extraño que a veces se pueda sentir tal felicidad incluso sabiendo que el asunto no tiene ningún futuro? —sentenció pensativo […]—. Sí, sin futuro. Pues el amor entre […] y yo era un amor imposible. Se limitaba a unas pocas semanas, y los dos lo sabíamos. ”

Nicolas Barreau

p.d: corté los nombres dentro de la cita para no develarles quién lo dice o_o

Pero oigan, vayan a Paris porque sí es una buena idea. Ese es el único consejo con el que me quedo del libro.

Publicado por Eugenia Sampayo

Literata, escritora, astróloga.

Un comentario en “RESEÑA: PARÍS ES SIEMPRE UNA BUENA IDEA

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar